“Este es el primer estudio que investiga los efectos del uso de testosterona a lo largo de dieciocho meses en mujeres infectadas por VIH”, escriben los autores. Y añaden: “Hemos demostrado que la testosterona se tolera bien a lo largo de un período de tratamiento prolongado (...), que el uso de testosterona en mujeres infectadas por VIH con niveles relativamente bajos de andrógenos, peso y densidad mineral ósea resultó en un aumento significativo de la masa magra, el peso, la densidad mineral ósea (...), así como en mejoras de su calidad de vida”.